Altas capacidades y formación de hábitos

Piensa en un niño superdotado. Seguramente, te lo estarás imaginando con gruesas gafas, tirantes, un poco rarito, sabihondo y sin más amigos que los libros y la calculadora. Es un poco pesado, patoso y algo prepotente. Un empollón que saca todo dieces y llegará a ser un gran científico. Todo esto es producto del estereotipo que crean el cine y la televisión; una distorsión que perjudica a estos niños.

 EC | Madrid | Febrero 2013

La mitología que rodea a los genios no es menor en el caso de los “superdotados”. Estos dos conceptos se suelen identificar en el ámbito intelectual, pero ninguno de ellos es adecuado, desde que en 2006 el Ministerio de Educación sustituyera el término “superdotado” por “altas capacidades intelectuales” (AACC), a petición de la plataforma PLADES. Poseer altas capacidades no sólo depende del cociente intelectual. Si bien este es un factor a tener en cuenta (debe ser superior a 130), también deben darse altos niveles de creatividad, gran motivación y persistencia en la tarea, mayor madurez en los procesamientos de información y manifestarse durante la etapa de desarrollo.

La mayoría de publicaciones sobre niños con altas capacidades dedican páginas a enumerar y desmentir esas ideas preconcebidas que circulan sobre ellos. Lo cierto es que algunas de estas descabelladas ideas son en parte culpables de que no lleguen a sacar todo el partido a sus capacidades, lo que es frustrante para ellos y un desperdicio de talento a nivel de sociedad.

Uno de los errores más comunes es pensar que no necesitan ayuda. ¿Acaso no son tan listos? No nos engañemos. Los niños con AACC no aprenden por ciencia infusa. Necesitan alguien que les explique, les oriente, les enseñe a procesar una información y les prepare para estudiar. En contra de lo que suele pensarse, estos niños no tienen el éxito académico asegurado. No basta con tener AACC. Estamos hablando de capacidades, y estas no son propiedades estáticas, sino que necesitan trabajarse, desarrollarse. Los niños con AACC forman parte del alumnado con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación). Precisamente por sus características particulares, estos chicos necesitan unas directrices adecuadas que les ayuden a sacar el máximo rendimiento de ellas: un tratamiento individualizado y acorde con su nivel, que no pierda de vista su infancia ni su heterogeneidad. Desde luego, no todos los chicos con AACC son iguales. Para que las AACC puedan desarrollarse, resulta indispensable la detección temprana seguida de adaptaciones curriculares y actividades de apoyo, enriquecimiento y ampliación.  Necesitan enfrentarse a retos.

Si estos niños no adquieren unos hábitos de trabajo, pueden caer en el fracaso escolar. Existe un momento especialmente crítico: el paso de Primaria a Secundaria, que supone un gran cambio. Es uno de los problemas que más se detecta durante su adolescencia, y se debe a la falta de hábitos de estudio y trabajo. Cuando son más pequeños, su mayor capacidad les hace rápidos en las respuestas y soluciones, por lo que necesitan muy poca dedicación para terminar las tareas escolares. Se acostumbran a hacer los ejercicios bien y rápido, casi sin prestar atención. No aprenden a dedicar tiempo a las tareas, y esta falta de hábitos les pasa factura en cursos superiores, cuando las asignaturas se hacen más complejas. Si empiezan a sacar buenas notas sin esfuerzo, les costará dedicar tiempo al estudio. Por eso es fundamental fomentar en los niños con AACC hábitos de estudio. Estos deben iniciarse desde una corta edad, se tengan o no AACC. Es un error pensar que por tener una mayor capacidad no necesitan ayuda ni horarios. Al fin y al cabo, no dejan de ser niños.

“En los últimos tiempos, en el sistema educativo se ha valorado muy poco la educación en el esfuerzo, concepto básico para lograr alcanzar los objetivos con éxito”. (Cómo detectar alumnos con altas capacidades intelectuales, pg. 34)

Paul Torrance es conocido por ser el padre de los tests más famosos de creatividad. Fue uno de los primeros psicólogos en demostrar la conexión entre creatividad y alta capacidad intelectual.  En los años 50 y 60 el mundo de la psicología y la educación estaba más impresionado y preocupado por el cociente intelectual que por la creatividad. Había una especie de distinción entre los niños con alto CI (estudiosos, tranquilos, aplicados) y los niños creativos (alocados, a su aire). Este autor se dio cuenta de que los niños muy creativos suelen ser también muy inteligentes. Tradicionalmente, conceptos como curiosidad, imaginación, descubrimiento, innovación e invención se asociaban invariablemente a la creatividad. Pero ¿qué pasa con la perseverancia, el trabajo, la dedicación…? Como si estos fueran los recursos de “los normalitos”, mientras que los niños sobresalientes ya tienen su don y no necesitan nada más.

En su obra Orientación del talento creativo, Torrance fue lo suficientemente sensato como para explicar que los niños altamente dotados deben aprender a mantener sus propósitos, a tolerar la incomodidad que suponen los fines de largo alcance, a enfrentar tareas arduas y a aceptar los fracasos.  Fue uno de los primeros autores en señalar que, en contra de la creencia de que el alto cociente intelectual asegura el éxito académico y profesional, por encima de todo se necesita constancia y dedicación a las tareas. En el artículo sobre los procesos inventivos, vemos que en una encuesta hecha a inventores acerca de qué cualidades debe reunir todo buen inventor, la más repetida fue la perseverancia, por encima de la originalidad o la imaginación.

A día de hoy, la formación de hábitos en los niños con AACC, es una necesidad asumida por los expertos, pero no aún por la opinión popular. En la mayoría de los casos de superdotados con bajo rendimiento académico, se observa una carencia de hábitos de estudio. En un manual sobre niños con AACC, leemos:

“Si su hijo superdotado tiene un bajo rendimiento escolar, es preciso que compruebe y controle sus deberes para estar seguro de que completa sus tareas con una calidad suficiente… Si ha hecho sus deberes con poca atención o de forma descuidada, indíqueselo, pero sea cauto en cómo lo hace… En el caso de que tenga la sensación de que no comprende un determinado concepto, tómese su tiempo para explicárselo. No caiga en el error de considerar, como ya se ha planteado, que por el hecho de ser superdotado no precisa ayuda”  (Niños superdotados, pg. 90)

Las reglas para inculcar hábitos de trabajo son las mismas para todos los niños:

No tienen que ponerse a trabajar nada más llegar de la escuela, deben tener un rato libre para merendar, jugar, estar con amigos… (lo ideal sería la práctica de algún ejercicio). También deben disponer de otro rato de ocio cuando terminen, para hacer algo que les guste, ya que el hecho de tener una “recompensa” al acabar es motivador. Deberían tener un horario fijo para los deberes; el tiempo dedicado dependerá del curso. Igual del importante que el tiempo es el espacio. Está bien que dispongan de un sitio “suyo”, tranquilo y bien iluminado. Por parte de los padres,  tienen que mostrar interés por las tareas, pero no estar excesivamente pendientes. Hay niños que utilizan las dudas y preguntas constantes para llamar la atención, y el objetivo de la tarea extraescolar es hacer más autónomos y responsables a los niños.

También es muy importante el ambiente en que viven los niños con AACC: “No es lo mismo tener un contexto estimulante, rico, culturalmente favorecedor, que un ambiente donde las condiciones para poder desarrollar las altas capacidades estén limitadas”. (Cómo detectar alumnos con altas capacidades intelectuales, pg. 124)

Estas condiciones son igual de importantes para los niños con todo tipo de capacidades. Por lo que comprobamos que las personas con AACC no son tan diferentes del resto como puede pensarse. No son genios destinados a triunfar en la vida, sino que, al igual que todos, necesitan aprender a desarrollar sus talentos.

Fuentes
– Paul Torrance. Orientación del  talento creativo. Troquel. Buenos Aires 1969.
– Mª Teresa Fernández Reyes y Mª Teresa Sánchez Chapela. Cómo detectar alumnos con altas capacidades intelectuales. Editorial MAD Eduforma, 2010.
– Amparo Acereda Extremiana. Niños superdotados. Pirámide. Madrid 2010.
– Imagen artículo: Licencia Creative Commons. Bambo.
– Imagen portada: Licencia Creative Commons. Antonio David Fernández.

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