Proteger el patrimonio industrial e intelectual

La propiedad industrial e intelectual nos acompaña cada día: empleamos objetos que han sido inventados y patentados, visitamos páginas web registradas y utilizamos productos de una marca determinada.

 EC | Madrid | Febrero 2013

Desde el timbre de la puerta al sofá, pasando por la lavadora y el teléfono, la música, los libros, las fotos familiares…, todo es fruto de la creatividad humana. “Por eso es importante que comprendamos la necesidad de proteger adecuadamente el resultado de nuestro trabajo”, nos comenta Susana Bayón, Subdirectora de Propiedad Industrial e Intelectual de Repsol. También es importante mantenernos alerta ante los desarrollos de otras compañías.

Las empresas, para asegurar su supervivencia a medio o largo plazo, necesitan innovar, es decir, obtener nuevos productos, utilizar nuevos procesos o mejorar las características de los ya existentes, y todo ello, bajo el paraguas de su marca.

En definitiva, estamos hablando de cuidar el prestigio de nuestra empresa, de que su capacidad de innovación sea reconocida y de que sus marcas gocen de renombre entre los consumidores. Se trata de que estos consumidores prefieran nuestros productos a los de la competencia. Para eso existe la propiedad industrial e intelectual.

Una marca nos permite diferenciar nuestros productos de los de la competencia

Repsol S. A. cuenta con casi 800 patentes, 700 nombres de dominio y más de 4.500 marcas registradas. Un portafolio que está en constante crecimiento, gracias a la actividad innovadora del Grupo y al mayor conocimiento sobre la importancia de dar valor y proteger estos activos.

 

Innovaciones protegidas

 Uno de los casos más claros en el que se ve la importancia de esta protección es en el de las patentes. Los nuevos productos, procesos o usos de los mismos, ideados por nuestros empleados han de ser objeto de protección. Si no lo hiciéramos, nuestra competencia podría copiarlo y explotarlo comercialmente, beneficiándose de creaciones que no han desarrollado.

En ese sentido, las empresas tienen dos alternativas para proteger los resultados de su inversión en innovación: mantener los resultados en secreto (lo que se conoce como  secreto industrial) o ampararse en la protección que otorga la normativa de propiedad industrial (patente o modelo de utilidad). Obteniendo una patente se nos reconoce el derecho a impedir que ese nuevo producto, proceso o uso, puedan fabricarlo o comercializarlo otros sin nuestro consentimiento.

Pero no se trata sólo de proteger aquello que inventamos, sino también de estar atentos a lo que hacen los demás, siendo de especial interés la vigilancia tecnológica. A modo de ejemplo, en varias ocasiones nos hemos opuesto a la concesión de patentes europeas de terceros, por interferir en procesos de tecnología propia. La conclusión final de la Oficina Europea de Patentes, en prácticamente la totalidad de los casos,  ha sido la revocación de la patente de dichos terceros, al ser admitido nuestro alegato de falta de novedad y actividad inventiva, requisitos imprescindibles para la concesión de una patente.

Nuestras marcas

Una marca puede ser una palabra, una imagen, una figura o simplemente un símbolo. La marca registrada nos da el derecho exclusivo de usar ese signo para identificar nuestros productos o servicios en el mercado. Es fundamental el registro de nuestras marcas para diferenciarnos de la competencia y proteger nuestros productos de imitaciones o copias. Productos como Efitec, o el logo de Repsol son, por ejemplo, marcas registradas. Lo mismo sucede con los nombres de dominio, de los que Repsol gestiona prácticamente 700. Su registro impide que esos dominios sean mal empleados por otros, con fines comerciales o con cualquier otro fin.

El copyright ©

Pero a veces ni siquiera hay que acudir a un registro público para proteger aquello que hacemos. Los documentos que elaboramos para una presentación, un contenido que será publicado en una página web o un informe de nuestro departamento, también merecen ser protegidos.

Está en cada uno de nosotros hacerlo. Algo tan sencillo como hacer constar el copyright © en cualquiera de nuestros trabajos, sin necesidad de acudir previamente al registro, nos protegerá frente a copias no autorizadas o actos de piratería.

Se trata de proteger nuestro patrimonio y de que todo aquel que quiera utilizarlo, solicite previamente nuestra autorización.

 La propiedad industrial permite a una empresa ser más competitiva

 ¿Quiénes nos ayudan a proteger nuestras creaciones en Repsol?

Las personas que velan porque la propiedad industrial e intelectual de Repsol se preserve se encuentran en Madrid. En concreto, en la Subdirección de Propiedad Industrial e Intelectual, que dirige Susana Bayón, quien se ocupa de que en aquellos lugares en que opera nuestra empresa se registren y protejan los derechos de autor, al igual que las patentes y las marcas. Para facilitar el conocimiento y protección de nuestra propiedad industrial e intelectual, se encuentra en funcionamiento el canal de “Propiedad Industrial” en repsolnet, el cual pone a disposición de los empleados información de utilidad, curiosidades, recomendaciones y noticias de interés sobre esta materia. Actualmente, el equipo de la Subdirección de Propiedad Industrial e Intelectual está formado, además de por Susana Bayón, por Paula Bedriñana (abogado), por José Luis Martínez (ingeniero químico), y por Alberto Calle (químico).

Fuentes
– BAYÓN, Susana. Proteger el patrimonio industrial e intelectual. Repsol S.A. Conecta. Repsol www.repsol.com Nº 26 (2008) p.18-21.

©Repsol S.A. Febrero 2013

– Imagen artículo: Licencia Creative Commons. Amysgster.

– Imagen portada: Licencia Creative Commons. Laimagendelmundo.

Entrevista a Jorge Martínez

Diseñador gráfico de formación,  Jorge Martínez es socio fundador de Germinal Comunicación, que trabaja en el ámbito del diseño y la comunicación creativa. Interesado por las ideas, herramientas y productos que provoquen cambios sociales,  ideó la campaña «pastillas contra el dolor ajeno», nacida con la intención de producir y comercializar un  medicamento, un analgésico que no cura tu dolor, sino el de aquellos  que no tienen recursos para mitigarlo.

EC | Madrid | Febrero 2013

Pregunta: Vienes del ámbito del diseño y de la comunicación publicitaria. ¿Qué fue lo que te empujó hacia la innovación social?

Respuesta: El diseño y la comunicación publicitaria son herramientas. Nuestro trabajo consiste en solucionar problemas, casi siempre para marcas, y lo hacemos a través de ideas y ejecuciones que ponemos al servicio de una estrategia, de un plan, para clientes cuyo objetivo es vender, cuanto más, mejor.

Lo que cambia en el caso de la Innovación Social es el foco, el sentido de tu energía y de tu capacidad, el valor de esas ideas… que son puestas al servicio de una transformación y un cambio social, de la mejora de nuestro entorno y de las personas que lo habitan.

El proceso es similar, trabajes para mejorar un producto, o para mejorar el mundo, lo que cambia es la consecuencia de ese trabajo, que en mi caso, me lleva a tener una mayor implicación personal, reportándome una enorme felicidad.

La Innovación social no es una etiqueta que pones a un determinado tipo de proyectos, es una manera de pensar, de entender tu trabajo, consecuencia de una ética, de una forma de ser.

Cuando entiendes que las ideas son una herramienta poderosísima, y te preocupa, además, lo que ocurre a tu alrededor, creo que debes ser consecuente con lo que eres y haces.

Pregunta: diseñaste la campaña “pastillas contra el dolor ajeno”, cuya venta se destina a los proyectos de la ONG Médicos sin Fronteras. ¿Qué procesos te llevaron a dar con la idea de la campaña?

Respuesta: El verdadero origen de esta idea fue la búsqueda de respuestas, negarte a aceptar que un drama como el de las enfermedades olvidadas no tiene solución, y pensar que una idea es capaz de salvar vidas.

Así que el primer punto de este proceso sería esa curiosidad, la búsqueda del ¿porqué?, después, hay un trabajo de empuje, de hacer que esa idea, ilusionante, ambiciosa, necesaria, se haga realidad, y ahí entran los verdaderos valores de todo este proceso: creer en lo que haces, y estar dispuesto a pelear hasta el final para conseguir lo que te propones.

Detrás de “Pastillas contra el dolor ajeno” hay una idea innovadora, hay mucho trabajo, mucho tesón, pero también hay un cliente, una organización como Médicos Sin Fronteras, que es origen y destino de esta idea, el verdadero instrumento para que se produzca el cambio. Sin ese instrumento, sin MSF, mis pastillas no curarían.

Pregunta: ¿Qué es lo que, a tu juicio, hace que una innovación sea una innovación social?

Respuesta: Parto de la base de que para que una idea, en cualquier contexto profesional, sea buena, debe incorporar ese valor de innovación. En mi opinión, el valor de una idea se mide en la capacidad de esta para innovar, para mejorar.

Lo que hace que esa idea, que una innovación sea social, es ese foco del que hablaba, su finalidad, y la capacidad que dicha idea tenga de producir un cambio o mejora social.

Las ideas solas no tienen ese poder, necesitan de la interacción con la gente. Es la sociedad, las personas, las que hacen posible el cambio. Las ideas sólo son la excusa, el motor que activa ese cambio.

Pregunta: ¿Cuál sería la clave para desarrollar un pensamiento inventivo?

Respuesta: Tradicionalmente se ha considerado que creatividad e inventiva eran cosas distintas. Un creativo era alguien que tenía la capacidad de crear (discursos, ideas, piezas, imágenes…), mientras que un inventor era un tipo que hacía artilugios y cosas raras. Se ha menospreciado la figura del inventor. Afortunadamente, esto empieza a cambiar, y las fronteras entre ambos conceptos son cada vez más difusas. No debería haber creatividad sin inventiva, y no hay inventiva sin pensamiento creativo.

Siempre digo en mis charlas, que admiro mucho más a Manuel Jalón, inventor de la fregona, que a cualquiera de los grandes personajes de la historia de la publicidad. Me motiva mucho más la idea de crear algo que transforma, que produce un cambio social, y que deja una huella.

La clave, en mi opinión, es esa curiosidad, esa capacidad para analizar el entorno y sus problemas, y una personalidad, una actitud no conformista, una ambición que te permita lanzarte a transformarlo y mejorarlo.

Por utilizar un símil publicitario, sería algo así como la combinación del “Think Different” de Apple, el “Impossible is nothing” de Adidas, y el “Just Do it” de Nike.

Pregunta: En EC nos hemos interesado por el estudio del talento individual y del talento compartido de los equipos y las sociedades ¿Consideras que se nace con talento, o que éste es fruto del hábito? ¿Cuáles serían las características de un equipo creativo?

Respuesta: Considero que el ser humano, en general, nace con talento, y que es, de hecho, una de nuestras principales cualidades, una gran noticia. Luego aparecen todos esos aspectos: el entorno, la formación, la educación, los valores, y cada una de las decisiones que tomas en tu vida… que posibilitan que el talento se desarrolle en mayor o menor medida, hacia una u otra dirección.

Me niego a aceptar que haya gente nace sin ningún talento, sería injusto, casi inhumano.

En mi caso, las características de un equipo creativo son cambiantes en función de cada proyecto. En general, intento rodearme de personas que provengan de ámbitos muy diversos, que aporten miradas distintas, y que ayuden a enriquecer mi visión. Luego, para llevar a cabo un proyecto, intento trabajar con profesionales, que dominen las distintas herramientas necesarias para cada caso.

No soy un artista, mi trabajo está muy alejado de una visión única y personalista. El proceso de ideación, casi siempre nace en tu interior, pero enseguida debes compartirlo con otros y estar dispuesto a que se te rebata y se construya a partir de tu planteamiento inicial.

En mi caso, trabajar en equipo no es una posibilidad, es una obligación, si quiero que las ideas crezcan y acaben siendo realidad.

Fuentes
– Imagen portada: Licencia Creative Commons. Rahego.