Lo primero que necesitamos para ponernos en marcha es un punto al que dirigirnos; una meta u objetivo. También en el caso del pensamiento. Ese era el papel del proyecto: movilizar nuestra acción. Entonces, ¿cómo alcanzar ese objetivo, cómo lograr nuestros propósitos y resolver los problemas? Un vacío nos separa de la meta, pero ese vacío está lleno de posibilidades, y es aquí donde entra en juego la búsqueda de soluciones.
EC | Madrid | Noviembre 2012
Las actividades de búsqueda están presentes en todo nuestro dinamismo mental. El ser humano busca la felicidad. El deseo busca la satisfacción del deseo. El científico busca una explicación. El matemático busca la solución a un problema. En EC utilizamos la noción de “problema” porque se puede ampliar a todos los campos. Un problema es un obstáculo que quiero saltar, una meta que deseo alcanzar, y que no se cómo hacerlo. Se atribuye a Picasso la frase: “Yo no busco, encuentro”. Si fuera cierto, sólo demostraría que también los genios pueden decir bobadas. La afirmación es falsa porque toda invención supone un proceso de búsqueda, y es, además, incorrecta lingüísticamente, porque no se puede “encontrar” si no se ha “buscado” primero. Buscar es una actividad fundamental de la inteligencia. Consiste en un conjunto de operaciones dirigidas por una meta anticipada conscientemente, mediante las cuales intento pasar del estado inicial al estado querido. En ocasiones, la meta está oculta y sólo necesito descubrirla. Así ocurre, por ejemplo, en las prospecciones petrolíferas. Otras veces, en cambio, la meta no existe, sólo está esbozada de una manera vaga, y la búsqueda no es descubrimiento de lo existente, sino invención de lo deseado. Un ejemplo: la búsqueda de energías limpias. Es fácil ver la diferencia entre buscar petróleo y conseguir producir energía de un modo nuevo. En este caso, la meta, el proyecto, actúa como un “esquema de búsqueda”. Su contenido, por muy vago que sea, nos permite rechazar o aceptar las posibles soluciones. Cada elemento aceptado se incorpora al esquema de búsqueda, que se hace cada vez más preciso. El proyecto de energías limpias se concentra en la energía eólica y a partir de ese momento la búsqueda se reduce al aprovechamiento económicamente sostenible de la energía eólica.
Puesto que las actividades de búsqueda son un componente esencial de la inteligencia, es evidente la importancia que tiene identificarlas y saber cómo fomentarlas. Este es el objetivo de nuestro observatorio.
Los expertos han clasificado nuestras actividades de búsqueda en dos grandes grupos. Unas son sistemáticas, lentas, exploran todas las posibilidades y tienen una eficacia limitada. Son las llamadas “búsquedas algorítmicas”. Imagine el lector lo que sería componer una melodía ensayando todas las posibles combinaciones de notas. Es evidente la imposibilidad del procedimiento. Por ello, el hombre abandona esos caminos tan seguros y limitados y utiliza “búsquedas heurísticas”, en las que despliega todos sus trucos y estratagemas, dejándose llevar de suposiciones, corazonadas y por todos sus saberes plegados. Paradójicamente, son menos seguras pero más eficaces. Hemos conseguido la maravilla de aprender a andar certeramente por caminos inciertos. Así funciona, por ejemplo, la inteligencia artística. La estructura de la actividad de búsqueda es siempre la misma, el proyecto anticipa la meta. Buscar es una acción con dos etapas bien diferenciadas: En la primera, se consigue información; en la segunda, se compara con el patrón de búsqueda. Las operaciones para conseguir información pueden ser muy variadas. Supongamos que una persona quiere escribir un artículo sobre el siguiente tema: “¿Cómo encontrar la solución a un problema?”. Lo primero que hará será buscar la información existente. Para ello tiene que saber “dónde” buscar. Ahora, los potentes motores de búsqueda que se encuentran en Internet facilitan mucho esta tarea. Sin embargo, el papel de la memoria de trabajo personal es imprescindible. Se llama “memoria de trabajo” a la activación de aquellas áreas de la memoria que tienen que ver con el trabajo en curso. En este caso, con las actividades de búsqueda. Una amplia y eficiente working memory es un factor imprescindible para la creatividad. Afortunadamente, mi memoria me advierte de que la “memoria de trabajo” es una de las funciones de la “inteligencia ejecutiva”, lo que me obliga a ampliar mi zona de exploración.
Sigo adelante. Una vez recogida la información de fuera, debo elaborarla. ¿Cuáles son los procedimientos para elaborar información y producir información nueva? Algunas siguen las reglas de la lógica formal: operaciones de deducción, de análisis, de inducción, etc.. Otras siguen procedimientos más creativos: combinación, variaciones acumuladas, ensayos aleatorios, búsqueda de analogías, reestructuración, relaciones con campos limítrofes, relaciones con campos lejanos, construcción de metáforas, aplicación de modelos conocidos, búsqueda continua de la novedad, pensamiento divergente.
Lo más interesante para nuestro proyecto es que todas estas operaciones –incluso las más creativas- pueden convertirse en hábitos, y, además, en hábitos que funcionen en paralelo, lo que aumenta de manera admirable la eficacia de la búsqueda. Como en este número hablamos de ajedrez, es pertinente recordar una parte del entrenamiento de los grandes maestros rusos de ajedrez. Se esforzaban en adquirir un “sentimiento de peligro”, que les permitía reconocer inmediatamente cuál era la parte del tablero amenazada. Para esto tenían que retener en la memoria unas 50.000 jugadas de ajedrez, y aprender a utilizar esa memoria en paralelo para analizar con un golpe de vista la situación.
La educación está empezando a saber cómo construir una “memoria de trabajo” rápida y eficaz, y cómo entrenar los hábitos de búsqueda, es decir, de recuperación de objetos ya existentes, y de invención de soluciones nuevas. Por eso auguramos una edad de oro de la educación. Y EC quiere estar presente.
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