Que el bostezo entre las tortugas rojas no se contagia, que los lanzadores de disco se marean mientras que los de martillo no, que a veces se toman mejores decisiones con la vejiga llena – aunque otras no – o que dejar las cosas para más tarde es un indicativo de logros futuros, son conclusiones a las que han llegado algunos científicos después de realizar sesudas investigaciones. Además, algunos de estos trabajos han recibido un premio en la última edición de los IGNobel, entregados en el campus del prestigiosos Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Parece una broma, y de alguna forma lo es, ya que los Premios Nobel Alternativos se otorgan desde hace 20 años a científicos cuyas investigaciones, aunque puedan parecer innecesarias y absurdas, “primero hacen reír y después hacen pensar”. La revista Annals of Improbable Research, la organización que está detrás de estos premios, pretende “celebrar lo inusual, lo imaginativo” y “estimular el interés de la gente por la ciencia, la medicina y la tecnología” lo que es un propósito bastante más serio. Desde su página web, desde la que publican una revista y un blog quieren recordarnos que muchas veces los avances en ciencia pueden darse gracias a la creatividad y el espíritu lúdico. Y lo demuestra el hecho de que algunos de los galardonados con su ignominioso premio hayan obtenido el auténtico Premio Nobel años después.