Montaigne nos aconsejaba no creer nada, y dudar de todo. Son muchas las personas que adoptan una actitud escéptica ante las cosas. Existen numerosas asociaciones de escépticos en todo el mundo, desde la Skeptics Society a la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, que publican revistas y realizan labores de investigación.
EC | Madrid | Diciembre 2012

El filósofo hispano-estadounidense George Santayana consideraba que el escepticismo es la castidad del intelecto. Para otros, como para Michael Shermer, columnista del Scientific American y fundador de la Skeptics Society, se trata de un agente activo de la razón frente al irracionalismo organizado. ¿Debemos adoptar una actitud escéptica frente a lo que se nos presenta, o por el contrario, adoptar una postura abierta hacia lo que por el momento no podemos explicar? Carl Sagan, en una conferencia pronunciada en Pasadena en 1987, bajo el título “la carga del escepticismo”, abogaba por situarse en estos casos en un término medio:
“Me da la impresión de que lo que hace falta es un equilibrio exquisito entre dos necesidades contrapuestas: un análisis escrupulosamente escéptico de todas las hipótesis que se nos presenten y, al mismo tiempo, una enorme disposición a aceptar ideas nuevas. Si sólo se es escéptico, ninguna idea nueva calará, uno nunca aprende nada nuevo y se convierte en un viejo malhumorado convencido de que la estupidez gobierna el mundo. (Y encontrará, por supuesto, muchos datos que lo avalen).
Por otra parte, si el pensamiento es virgen hasta la simpleza y no se tiene una pizca de sentido escéptico, no se pueden distinguir las ideas útiles de las inútiles. Si para uno todas las ideas tienen el mismo valor, está perdido, porque entonces, a mi entender, ninguna idea vale nada”.
La palabra griega skeptikós significa “observador”. Un “escéptico” sería una persona interesada en el análisis y observación de los hechos. Frente a la credulidad, la cualidad del que cree ligera o fácilmente, los escépticos dudan de la verdad o eficacia de alguna cosa. La Skeptics Society (sociedad de escépticos) que dirige Michael Shermer es una ONG científica y educativa cuya misión es atraer a expertos líderes en la investigación de lo paranormal, las seudociencias, y todo tipo de afirmaciones extraordinarias; promover el pensamiento crítico; y servir como herramienta educativa para aquellos que busquen un punto de vista científico serio.
En un manifiesto publicado en su web, la Skeptics Society asegura que el escepticismo es una forma de aproximación a las cosas, la aplicación de la razón a las ideas, y sobre todo un método, no un estado. Cuando decimos que somos escépticos, estamos diciendo que tenemos que ver evidencias fuertes de alguna cosa antes de creerla. Dándole la vuelta a la afirmación de Descartes, consideran que Sum, ergo cogito. “Soy, luego pienso”.
Henri Broch, autor de un libro sobre los fenómenos paranormales, señala una serie de criterios generales para probar una convicción, que deben, necesaria y simultáneamente, ser tomados en consideración cualquiera que sea el tema abordado:
- la evidencia de los hechos, que constituye lo que podría llamarse el “criterio experimentalista”,
- los argumentos adelantados deben ser compatibles con otras teorías establecidas y encadenarse rigurosamente, es decir, que deben responder a un “criterio de coherencia lógica”,
- las consecuencias observadas o deducidas: lo que constituye un “criterio utilitario”.
Michael Shermer se pregunta por qué la gente cree en cosas raras, por ejemplo que agentes invisibles controlan el mundo (espíritus, ángeles, demonios, dioses, diseñadores inteligentes, conspiradores gubernamentales, conspiradores políticos en la sombra…). Es el fenómeno que él denomina Agenticity. Y lo relaciona con la Patternicity: la tendencia humana a encontrar patrones (patterns) con sentido en el ruido que carece de sentido. Somos máquinas de creencias que han aprendido por mecanismos evolutivos a creer que existe un significado en los patrones que creemos encontrar en la naturaleza.
El problema, en opinión de Shermer, es que no discriminamos lo suficiente entre patrones verdaderos y patrones falsos en aquello que percibimos. Así es que cometemos dos tipos de errores: errores de tipo I (o falsos positivos), creer que un patrón es verdadero cuando no lo es; y errores de tipo II (o falsos negativos), no creer que un patrón es verdadero cuando lo es. Dado que el coste de tener un error de tipo I es menor que el de tener un error de tipo II, y dado que el tiempo para deliberar es corto en las relaciones entre depredadores y presas, la evolución habría premiado a los animales que tienden a asumir que todos los patrones son reales. Trabajos como los de los biólogos Kevin R. Foster y Hanna Koko lo acreditan. La neurociencia cognoscitiva ha ido encontrando evidencias de la tendencia humana a encontrar patrones en todo lo que les rodea, y a atribuirlo a agentes que lo controlan.
En su nuevo libro, El cerebro creyente, Shermer considera que las creencias aparecen en primer lugar, y después le siguen las explicaciones que forjamos para justificar esas creencias. El pensamiento mágico, por ejemplo, forma parte del motor de creencias, y sería un Spandrel, vocablo con el que Stephen Jay Gould y Richard Lewontin aluden al subproducto derivado de un mecanismo evolucionado. Recurrimos al pensamiento mágico y las supersticiones porque tenemos que pensar con modelos causales, y porque necesitamos el pensamiento crítico. Son aspectos inseparables.
En este número de EC estamos hablando de la necesidad de guiar nuestro pensamiento racional por los criterios de evaluación adecuados, para poder discernir si nuestras búsquedas están siendo correctas. Es importante desarrollar un pensamiento crítico y una capacidad de evaluación. El historiador de la ciencia Frank Sulloway ha identificado una cualidad importante en el pensamiento de Darwin: él prestaba mucha atención a las pruebas negativas. En El origen de las especies, Darwin incluyó un capítulo titulado “dificultades de la teoría”, y por tanto sus detractores rara vez pudieron plantarle cara con algo que él no hubiera considerado previamente.
La investigación sobre el genio, la creatividad y el liderazgo que el psicólogo cognitivo Dean Keith Simonton llevó a cabo en 1999, por ejemplo, reveló que la inteligencia de los líderes y genios creativos no es tan importante como su capacidad para generar muchas ideas y escoger de entre ellas las que más probabilidades tienen de triunfar. Simonton sostiene que el genio creativo se entiende mejor como un proceso darwiniano de variedad y selección. Los genios creativos crean una inmensa variedad de ideas y de ellas escogen sólo las que más probabilidades tienen de sobrevivir y reproducirse. Como observó Linus Pauling, genio científico que ha obtenido el premio Nobel en dos ocasiones, uno ha de “tener muchas ideas y desechar las malas. No se pueden tener buenas ideas a no ser que se tengan muchas y una especie de principio de selección”.
Fuentes | |
– Broch, Henri. Los fenómenos paranormales. Una reflexión crítica. Editorial Crítica, Barcelona, 1987. | |
– Shermer, Michael. Por qué creemos en cosas raras. Editorial Alba, Barcelona, 2008. | |
– The Skeptics Society | |
– Michael Shermer |