Entrevista al libro “Cómo cambiar el mundo”

Ashoka es una red internacional muy importante de emprendedores sociales. Durante muchos años trabajó para buscar e identificar emprendedores sociales a los que después ha prestado ayuda, difusión y financiación. El libro, de David Bornstein, que entrevistamos este mes, recoge toda su andadura, explicada a través de muchas de sus historias.

 EC | Madrid | Abril 2013

1. En primer lugar, explícanos, ¿qué son emprendedores sociales?

Es gente que resuelve problemas sociales a gran escala. Tienen ideas innovadoras para mejorar la vida de las personas. No se trata de gente rica ni políticos, sino abogados, médicos, maestros, gente de a pie. El libro trata sobre ellos, pero no a fin de ensalzarlos, sino para llamar la atención sobre su papel  en el cambio social. Son personas que no aceptan un no por respuesta, incansables en la consecución de sus ideas. Podríamos resumirlo con la frase: “esto no puede ser, tengo que hacer algo”.

 2. ¿Cuáles son las características de los emprendedores sociales?

Son luchadores y creen en lo que hacen, están como “poseídos por una idea”.  Por eso, son capaces de transformar todos los problemas y obstáculos que encuentran –que no suelen ser pocos- en energía para sacar adelante sus proyectos. Son capaces de atraer a la gente y se rodean de otras personas de diferentes disciplinas que pueden ayudarles a hacerlo.  Poseen enfoques acotados, creatividad práctica y una fuente de energía a largo plazo.

3. ¿Cuál es el enfoque de este libro?

Me centro en una organización en concreto, Ashoka, que opera a nivel internacional y da cabida a muchos emprendedores sociales. “En la actualidad hay numerosas organizaciones que identifican y apoyan a emprendedores sociales, pero he optado por utilizar Ashoka como instrumento para rastrear la emergencia de la iniciativa social porque es la única organización que ha estado siguiendo este fenómeno activamente desde un punto de vista global durante más de veinte años. Además, su proceso de búsqueda y selección sigue siendo el sistema más riguroso que he encontrado para localizar a innovadores que marcan pautas en las etapas relativamente tempranas de sus carreras”. (Cómo cambiar el mundo, pg. 33)

Debido a la calidad de sus motivaciones –sus inexplicables obsesiones, su orientación hacia la acción y el crecimiento o su inquebrantable creencia en la corrección de sus ideas- algunas personas parecen particularmente hechas para liderar este proceso.

 4. ¿A qué se dedica esta organización, cómo trabaja?

Ashoka fue creada por Bill Drayton en 1978, con el objetivo de construir una red mundial de emprendedores sociales. Para ello, lo primero era identificar a esas personas. Es todo un proceso de búsqueda, evaluación, descarte y selección. Un proceso meticuloso que hace de Ashoka tan especial. El primer paso que dieron fue realizar, in situ, una serie de “paneles de selección”. Se desplazaban a países como la India o Brasil, en los que oían hablar de personas que estaban llevando a cabo proyectos por la comunidad. Los conocían, entrevistaban y pre-seleccionaban unos cuantos. Se interesaban por su funcionamiento y organización, y después escogían uno al que entregaban su apoyo (económico, de difusión e impulso).

Uno de los miembros iniciales del equipo había estado oyendo hablar de emprendedores sociales todo un año, pero solo cuando asistió en persona a uno de estos paneles, fue capaz de entenderlo: “Para mí fue una experiencia de las que te hacen exclamar ¡ajá!”. (pg. 102)

Y otro colaborador, escéptico al principio, explica: “A medida que continuaba trabajando con Drayton empezaba a reconocer patrones comunes en el modo en que entrevistaba a las personas”. (pg. 103)

 5. Ese proceso de selección debe ser muy importante, ¿cómo se diseña?

Desde luego, su planificación es muy cuidadosa; tienen que escoger bien. Con el tiempo han ido perfeccionando este método.

“Cuando estás tratando de propiciar un cambio –explica Drayton- tienes que diseñar todos los pasos del proceso desde arriba y tener en cuenta a todos los actores importantes en todas las vertientes” (pg. 143).

Como en todo proyecto, la evaluación es muy importante, sobre todo si el proyecto consiste, precisamente, en una búsqueda de proyectos. La cosa se complica cuando lo que hay que evaluar son personas o ideas: a un emprendedor social. Hay que valorar cualidades humanas. Para medir esto, Drayton ideó un sistema que descomponía la pregunta ¿cómo llevar a cabo un proceso para evaluar estas cualidades y tomar decisiones racionales y coherentes en cuanto a la calidad?, en cuatro categorías:

  1. creatividad
  2. calidad emprendedora
  3. impacto social de la idea
  4. fibra ética

Mediante este “test” trataban de discernir si el candidato tenía una idea nueva con la que podría llegar a marcar pautas.

 6. Ya hemos hablado sobre las personas y su selección. ¿Qué hay de sus proyectos? ¿Explicas su funcionamiento?

Sí, explico cómo comienzan las organizaciones y los pasos que se van dando en el lento proceso que se sigue, que es una combinación de dificultad y tenacidad. Los proyectos sociales no se crean de la noche a la mañana; en muchos casos todo se hace partiendo de cero, por ensayo y error. Resulta muy interesante conocer esos procedimientos. Por ejemplo, un testimonio sobre Childline: “El primer año se dedicó a cometer errores y corregirlos, identificar lagunas y rellenarlas” (pg. 120).

Childline es una línea de asistencia telefónica para niños de la India.  Jeroo Billimoria, su fundadora, estudió trabajo social y trabajó para varias empresas no lucrativas. Allí entró en contacto con la situación de los niños de la calle de Bombay. Era muy complicado ayudarlos, había mucha descoordinación y, al final, nadie se ocupaba de ellos. Jeroo comenzó a dar el teléfono de su casa a estos niños por si les pasaba algo. Y ahí empezó todo. “En esencia, Childline consistía en convertir una ciudad en un equipo” (pg.124). El resultado final es una red de teléfonos y ayuda de todo tipo para los niños, con apoyo del gobierno y presente en todo el país.

 7. Me parece un ejemplo excelente. Háblame ahora de las características de las organizaciones que escoge Ashoka

Ante todo, me gustaría señalar que no nos interesa la beneficencia ni dar dinero simplemente. Buscamos gente que haga un trabajo práctico, a ser posible contando con la propia comunidad; gente que lucha, ataja, cambia. Que se implica de manera activa, que da todo su trabajo, esfuerzo y energía para cambiar una situación. Lo que nos interesa es hacer, organizar, promover. La organización que nos gusta es aquella integrada y descentralizada, que combina tecnología con recursos humanos, vincula gobierno, empresas y grupos ciudadanos, pero se mantiene independiente, y que sabe maximizar la eficacia y disminuir costes.

 8. Entonces, al final, ¿Ashoka llegó a detectar unas pautas comunes?

Así es, la organización comenzó a comprender cómo tenían éxito los emprendedores sociales. Porque desde el principio una de sus preocupaciones había sido observar pautas comunes en el modo en que los emprendedores sociales resuelven sus problemas, e intentaron extraer los principios. Como resultado, descubrimos cuatro prácticas de las organizaciones innovadoras:

  • Escuchar
  • Atender a lo excepcional
  • Diseñar soluciones reales para personas reales
  • Dar primacía al perfil humano: importa más rodearse de gente afable, humanitaria y con ganas, que de profesionales.

“Los emprendedores con más éxito eran los más decididos a alcanzar un objetivo a largo plazo que tuviera un significado profundo para ellos. Consecuentemente, solían ser más sistemáticos en el modo en que buscaban oportunidades, se adelantaban a obstáculos, controlaban los resultados o planificaban con antelación. Primaban las consideraciones a largo plazo antes que los beneficios a corto plazo”. (pg. 324)

9. ¿Alguna conclusión final?

Ashoka ha aprendido que, en el terreno social, las características de los emprendedores de más éxito, tienen más que ver con la motivación que con su preparación. Consiguieron identificar las seis cualidades de los emprendedores sociales exitosos. Estos tienen disposición para:

  1. corregir el punto de vista propio
  2. compartir los méritos
  3. deslindarse de las estructuras dominantes
  4. atravesar fronteras disciplinares
  5. trabajar pacientemente
  6. y un fuerte impulso ético
Fuentes
– Cómo cambiar el mundo. Los emprendedores sociales y el poder de las nuevas ideas. Bornstein, David. Debate. Barcelona 2006.
– Imagen portada: Creative Commons. floresyplantas.net.

El pensamiento crítico

Un físico británico voló hasta Argentina para encontrarse con la mujer con quien llevaba meses chateando, una modelo checa.  Al llegar a su destino, le  informaron de que la chica había tenido que viajar a Perú, olvidando una maleta con pertenencias importantes. ¿Sería tan amable el científico de ir al encuentro de la modelo y, de paso, llevarle la maleta? “No hay problema”, debió pensar el inglés, que se encuentra preso en Argentina por tráfico de drogas.  En el interior de la maleta hallaron 2 kilos de cocaína.

 EC | Madrid | Diciembre 2012

El pensamiento crítico nos ayuda a conocer bien la realidad para, así, tomar buenas decisiones. Implica pensar de forma reflexiva y productiva, evaluando las distintas opciones disponibles. Pensar críticamente sirve para actuar con responsabilidad sobre el mundo y vincularnos socialmente. Hay que empezar por elegir bien la fuente de información. ¿Es fiable lo que estoy conociendo, es cierto, es bien intencionado? Luego viene nuestra clarificación y comprensión de la información: ¿cómo asimilo lo que estoy aprendiendo? Una vez que se ha procesado bien la información, hay que utilizarla, lo cual requiere responsabilidad y creatividad, dos elementos complementarios de la crítica. Existe todo un proceso de comprensión que se va aprendiendo a medida que se realiza.

El pensamiento crítico se caracteriza por:
–      No admitir como verdadera una información si no se puede contrastar
–      No admitir conclusiones precipitadas o que producirán daños a los demás
–      No admitir dogmas, ideas que uno no puede argumentar o creencias que sean perjudiciales
–      Obligarse a argumentar y a esperar hasta llegar a una conclusión o tomar una decisión que sean responsables y beneficiosas para uno mismo y los demás

Es decir, que niños y adolescentes han de aprender a ser críticos, y la escuela es un lugar ideal para fomentar este pensamiento, sobre todo durante la adolescencia. Esta etapa supone un importante periodo de transición en el desarrollo del pensamiento crítico, dados los cambios cognitivos que se producen en ella, entre los que cabe destacar:

  • el incremento de la velocidad de los procesos de automatización y la capacidad de procesamiento de información, que permite reservar recursos para otros propósitos
  • mayor amplitud de conocimientos en diversos dominios
  • más habilidad para producir nuevas combinaciones de conocimientos
  • mayor variedad y uso más espontáneo de estrategias o procedimientos para aplicar u obtener conocimientos, como la planificación, la consideración de alternativas…

El psicólogo Robert Sternberg considera necesarias para la vida cotidiana de los adolescentes las siguientes habilidades críticas ante la existencia de un problema: redefinir el problema con mayor claridad, enfocar el problema sin dar por sentado que existe una sola respuesta adecuada y sin que la solución implique cumplir un criterio inamovible, tomar decisiones de relevancia personal, obtener información, pensar en grupo y desarrollar enfoques a largo plazo.

El sentido crítico consiste en no aceptar ninguna opinión –propia o ajena- sin analizarla detenidamente, sobre todo si se trata de temas importantes; comprobar si la opinión o información recibida es clara, coherente, si está justificada por razones o hechos, y si sus consecuencias son aceptables. Y siempre estar dispuesto a corregir la propia opinión si hay otra mejor fundada. Debemos evaluar tanto nuestros propios argumentos, para no caer en el dogmatismo, como los de los demás. El pensamiento crítico nos dice que hay que comprobar la fuerza de las “evidencias” y estar dispuesto a rendirse ante evidencias más fuertes.

También los padres pueden estimular el sentido crítico de sus hijos; el mejor modo de hacerlo es a través de la conversación. Hay ciertas preguntas que podemos utilizar para guiar la conversación (no se trata de formularlas todas ni de hacer un interrogatorio). Debemos dar a los chicos un breve tiempo para que piensen la respuesta, y no anticiparnos ni responder por ellos. Michel de Sasseville, en La práctica de la filosofía con niños, propuso una serie de preguntas orientadoras para hacer razonar a los niños.

Algunas de ellas (también las pueden plantear los profesores en clase) son:

  • ¿Por qué dices eso?
  • ¿Qué quieres decir con…?
  • ¿Cómo lo sabes?
  • ¿Puedes probarlo?
  • ¿Y que pasaría si…?
  • ¿Qué piensas tú?
  • ¿Cómo solucionarías tal problema?
  • ¿Qué podría suceder ahora?
  • ¿Qué se puede hacer al respecto?
  • ¿No te parece que lo que dice X es más adecuado?
  • ¿Puedes ponerme un ejemplo de lo que dices?

Cualquier tema es apto para generar una charla con nuestros hijos: algo que les haya pasado, los anuncios, un suceso o noticia… En definitiva, los padres debemos esforzarnos por inculcar un sentido crítico. Algunos consejos generales:

  • Compartir y discutir cualquier pregunta que nos intrigue a nosotros o a nuestros hijos.
  • Pedir a los niños que definan el significado de las palabras que utilizan.
  • Invitarlos a pensar si algo es verdadero o no.
  • Comprobar si lo que dice el niño está basado en razones y evidencias.
  • Animarle a que explique lo que quiere decir y a que comparta ideas con los demás.
  • Ayudar a los niños a considerar las ideas desde diferentes puntos de vista.
  • Pensar bien significa estar dispuesto a poner a prueba y a cambiar nuestras propias ideas.

El pensamiento crítico puede comenzar a enseñarse desde la niñez. Algunos expertos opinan que debe empezar a hacerse en primaria. Matthew Lipman, un filósofo y educador estadounidense, diseñó un programa de filosofía para niños que actualmente se aplica en más de 50 países de todo el mundo. Esta propuesta no pretende adoctrinar a los niños en un conjunto de valores, sino proporcionarles las bases y herramientas necesarias para un pensamiento independiente.

El programa va dirigido a niños desde los 3 a los 18 años, y se apoya en una serie de relatos filosóficos en forma de cuentos y novelas, como Lisa o El descubrimiento de Harry; libros de formación para docentes y metodología pedagógica para organizar los cursos. Los textos para los alumnos, adaptados a las diferentes edades, funcionan como “disparadores filosóficos”: suscitan preguntas de fondo ético, promueven la discusión, la interrogación sobre el mundo, etc., estimulando la curiosidad y el asombro de los niños para desarrollar un pensamiento complejo y una actitud crítica, creativa y de preocupación por los demás.

Fuentes
– Cómo desarrollar la mente de su hijo. Robert Fisher. Obelisco, Barcelona 2003.
La pratique de la philosophie avec les enfants, Michel de Sasseville. Presses de l’Univiersié Laval. Qébec, 2000.
Filosofía para Niños

Los criterios de verdad en filosofía

Hasta ahora hemos visto cómo se ponen en marcha los proyectos y cómo se desarrollan mediante las actividades de búsqueda. Podemos ser muy ingeniosos y generar muchísimas ideas, pero si no las evaluamos y simplemente las soltamos “al tun-tun”, de poco servirán para desarrollar un pensamiento verdadero o creativo.

 EC | Madrid | Diciembre 2012

imagen de JMYuste bajo licencia de Creative Commons

Nuestra inteligencia generadora produce gran cantidad de pensamientos, pero una vez que se vuelven conscientes podemos aceptarlos tal como vienen, o someterlos a  revisión, es decir, a crítica. Para ello necesitamos algún criterio, que indague la certeza de nuestro conocimiento cierto y los fundamentos en que se basa tal certidumbre.

La aplicación de criterios de verdad a nuestros argumentos es una forma ética de conocimiento. Cuando aprendemos a pensar en abstracto, durante la adolescencia, aprendemos a guiar nuestro pensamiento por reglas lógicas, utilizando proposiciones y argumentos y conectando unas cosas con otras. Es en este momento cuando se deben introducir los criterios de verdad:

  • No puede haber conclusiones contradictorias: si digo que ser racista es bueno, también admitiré que es bueno que me odien por ser blanco. Si acepto contradicciones, mis conclusiones serán perjudiciales para mí y para los demás.
  • No puede haber conclusiones sin argumentación: si digo que ser racista es bueno, tendré que explicar por qué. La verdad está en el modo de argumentar; si el argumento es falso, la realidad me desmentirá y entonces no podré llegar a la conclusión de mis argumentos.
  • La verdad de un argumento es lo único que asegura nuestra adaptación a una sociedad compleja. Comprender esto es comprender por qué nos esforzamos tanto por conocer, por explicarnos.
  • Las reglas de la lógica, los conocimientos que damos por verdaderos, todo lo que acumula una cultura como conocimiento, es parte de esa búsqueda, y es nuestra obligación conocerlo. Tenemos el deber de conocer las normas del pensamiento abstracto.

En filosofía, los criterios de verdad ayudan a analizar las distintas teorías y a decidir, pues es necesario orientarnos ante la pluralidad de posiciones.

  • Las descripciones empleadas deben ser objetivas, completas, sistemáticas y ajustadas. Y aprovechar los conocimientos de otras ciencias y disciplinas.
  • Los conceptos tienen que estar bien definidos, e indicar si son meramente descriptivos o si remiten a alguna propiedad real de las cosas.
  • Las teorías han de someterse a prueba.
  • Las teorías deben tener coherencia interna y externa, ser compatibles con lo que nos dice la ciencia.
  • La principal garantía de una teoría es su capacidad para criticar a las demás y para superar las críticas esgrimidas contra ella.
  • Por último, toda teoría debe proporcionar unas conclusiones que, a su vez, deben someterse a crítica.

Podemos contrastar estos criterios con los de la verdad científica, aquellos que nos permiten evaluar la fuerza de una teoría,  que son:

  • Coherencia interna y externa. Una teoría no debe tener contradicciones en sí misma ni entrar en contradicción con otras teorías bien corroboradas.
  • Método y control. La evidencia perceptiva rigurosamente controlada es más fuerte que la que se hace sin control riguroso, y la observación metódica es más fuerte que la que se hace sin método. Por ejemplo, un laboratorio investiga si una medicina  funciona como tratamiento para una enfermedad determinada. Para comprobarlo, tiene que hacer experimentos. Una posibilidad es dar la medicina a todos los enfermos, y medir el resultado. La evidencia no es muy fuerte porque podría ocurrir que los enfermos mejorasen por otras causas. Conseguimos una evidencia más fuerte, si dejamos un grupo de control, al que no se da la medicina.
  • Experimentación repetida. Una teoría tiene más fuerza cuando  ha sido comprobada  mediante evidencias variadas y repetidas, que se pueden replicar.
  • Falsabilidad. Es más fuerte la evidencia producida por un hecho que niega una hipótesis, que por muchos que la confirman. Una teoría tiene más fuerza cuando se ha intentado demostrar su falsedad muchas veces sin conseguirlo.
  • Predicción. Una teoría queda corroborada cuando permite  predecir fenómenos o cuando permite aplicaciones prácticas eficientes.

La aplicación de estos criterios no nos garantiza le verdad de la teoría, pero nos sirve para evaluar la fuerza de sus evidencias. La verdad no es patrimonio exclusivo de la ciencia, como piensa mucha gente. La ética y la filosofía pueden también acceder a ella, aunque el concepto de verdad científica y el de verdad ética son diferentes. Esto se debe a que su verificación también lo es: las verdades científicas tienen como última referencia “lo que hay”, y las verdades éticas “lo que sería bueno que hubiera”.

Fuentes
Filosofía y ciudadanía 1º de Bachillerato. José Antonio Marina y Ángeles Mateos. SM. Madrid 2008.
– Imagen portada: imagen de FerPer bajo licencia de Creative Commons.

Documental de filosofía para niños

En EC pensamos que el cine puede ser, aparte de un entretenimiento, un excelente vehículo para transmitir ideas y experiencias, para inducir a la reflexión, dar a conocer situaciones e iniciativas y, en definitiva, una herramienta para generar un cambio en el espectador. Hasta ahora no hemos recomendado ningún título, pero hemos dado con un documental francés que parece hecho para este número.

Se trata de Sólo es el principio, dirigido por Jean-Pierre Pozzi y Pierre Barougier en 2010, y narra las andaduras de un peculiar proyecto educativo: un curso de filosofía para niños. A pesar de contar apenas 3 y 4 años de edad, los protagonistas de esta película dan muestras de una temprana capacidad de reflexión, de desarrollo del pensamiento propio y de un civismo y sensatez envidiables. Es sorprendente cómo niños tan pequeños son capaces de expresarse acerca de cuestiones tan abstractas y  trascendentales como el amor, la inteligencia, la familia o  la libertad si se les da la oportunidad de hacerlo. Como refleja el documental, sólo hay que darles la palabra.

Estos talleres se inspiran en el Programa de Filosofía para Niños de Lipman, del que hemos hablado en el artículo El pensamiento crítico,  cuyo fin era que los niños, más que aprender contenidos, aprendiesen a pensar.

La película nos introduce en estas veladas, que se desarrollan en torno a una simbólica vela, encendida por la maestra Pascaline al inicio de cada sesión. A lo largo de los meses, vemos cómo mejora la escucha de los pequeños, su actitud ante opiniones diferentes, cómo mejora el diálogo con sus familias y, sobre todo, cómo crecen intelectual y emocionalmente.

Este y otros filmes como La educación prohibida, los también franceses Ser y tenerLa clase, o Profesor Lazhar, reflejan el interés del cine en un tema crucial para la sociedad como lo es la educación, y contribuyen a llamar la atención de la opinión pública sobre ella.