Culturas innovadoras

Justo Nieto señala que la innovación se materializa en un proceso, o camino, que intenta conseguir un fin mejor a través del uso del conocimiento. En este artículo nos preguntamos si existen culturas que favorezcan este proceso, y qué es lo que las caracteriza.

EC | Madrid | Julio 2012

En el número 2 de EC estuvimos tratando los fenómenos de la inteligencia compartida, la que surge de la interacción de las diferentes inteligencias individuales. Una de las creaciones objetivas de la inteligencia social es la cultura. José Antonio Marina, en su libro «Las culturas fracasadas», defiende que la cultura es el conjunto de soluciones que el grupo social da a los problemas humanos. Llamamos “cultura” a la herencia social, es decir, al conjunto de conocimientos, técnicas, normas, artes, creencias, instituciones que pasan de una generación a otra. Se trata de una construcción colectiva, que requiere tener una duración en el tiempo, y que se transmite a través de la educación. Existen culturas diferentes porque existen soluciones diferentes que los grupos humanos han dado a los problemas a los que se enfrentan. Una cultura innovadora sería, por tanto, la que da una buena solución a sus problemas de innovación, a su necesidad de innovar.

Una cultura innovadora pone en manos de sus ciudadanos un repertorio de herramientas que generan innovación social y económica

Entendemos por innovación la función que tienen las actividades creadoras para producir riqueza social o económica. Y para producir estas creaciones las sociedades inventan diferentes herramientas. Las herramientas son objetos, reales o ideales, expresamente diseñados para realizar una función que sin él resultaría difícil o imposible de realizar. Pueden ser materiales, como un martillo o un ordenador, o pueden ser ideales, como lo son el lenguaje, el sistema numérico, la teoría de la relatividad, las religiones, las creencias, las instituciones. Una cultura innovadora pone en manos de sus ciudadanos un repertorio de herramientas que generan innovación social y económica. El conjunto de herramientas mentales o físicas que una determinada cultura pone a disposición de una sociedad determina sus posibilidades vitales.

Las herramientas sociales no son solamente herramientas conceptuales, el sistema de creencias que la conforma; también las culturas producen herramientas afectivas. Uno de los criterios para evaluar las culturas es el tipo de sentimientos que fomentan. Hay culturas de la confrontación y culturas de la conciliación. Culturas de la confianza y de la desconfianza.

Entre las herramientas afectivas que las culturas generan se encuentran los estilos motivacionales. David C. McClelland defendió que las culturas favorecían distintas motivaciones: la motivación de poder, la de afiliación y la de logro. La motivación de poder es un deseo de autoridad, de estar a cargo, y tiene dos vertientes, la personal y la institucional. Aquellos que desean el poder personal quieren dirigir a otros; los que desean poder institucional quieren organizar los esfuerzos de otros para conseguir objetivos más amplios, como aquellos de una organización. La motivación de afiliación es el deseo de relaciones armoniosas con otras personas. La motivación de logro empuja a los individuos a ejecutar con éxito tareas dificultosas y desafiantes. Una cultura innovadora trataría de fomentar la motivación de logro, que está relacionada con la idea de autonomía, con la eficacia, la autorrealización, la motivación natural de crear, la curiosidad, el afán de explorar.

La relación entre la motivación orientada hacia el logro y el número de individuos emprendedores en esa sociedad la pudo comprobar Kulakow (citado por McClelland) examinando las leyendas populares de treinta y nueve sociedades preliterarias. Si en la cultura hay un foco dominante como el del logro, tiene que haberse introducido en las narraciones. Entre veintidós sociedades que aún no poseían alfabeto cuyas leyendas contenían una cantidad de imágenes de logro superior a la media, al menos el 74 % poseían promotores plenos en contraste con sólo el 35 % de las culturas con volumen de imágenes de logro inferior a la media.

¿Qué factores socioculturales pueden potenciar la creatividad y la innovación? Según Silvano Arieti, hay que tener en cuenta nueve factores fundamentales:

«La innovación es la dimensión social de la creatividad, lo que significa que se trata de un proceso en el que la creatividad individual se transmite, interpreta, transforma y es finalmente aceptada o rechazada».
Daniel Innerarity

  • disponibilidad de medios culturales
  • apertura a los estímulos culturales
  • hincapié en devenir, y no sólo en ser
  • libre acceso a los medios culturales para todos los ciudadanos, sin discriminación
  • libertad, o aun la retención de una discriminación moderada, después de graves opresiones o de absoluta exclusión
  • contacto con diferentes y aun contrastantes estímulos culturales
  • tolerancia a las opiniones divergentes
  • interacción de personas importantes
  • promoción de incentivos y recompensas.

En 1983, Gunnar Törnqvist desarrolló la noción “entorno creativo” (creative milieu). Tiene cuatro rasgos clave: información transmitida a través de la gente, conocimiento (basado parcialmente en el almacenamiento de la información), competencia en ciertas actividades relevantes, y creatividad (la creación de algo nuevo como el resultado de las tres anteriores actividades).

Daniel Innerarity, a quien entrevistamos en este número, asegura en su libro «La democracia del conocimiento» que “la innovación es la dimensión social de la creatividad, lo que significa que se trata de un proceso en el que la creatividad individual se transmite, interpreta, transforma y es finalmente aceptada o rechazada”. Las culturas innovadoras son las que logran extender la creatividad, impulsándola.

 

Fuentes
– Marina, José Antonio. Las culturas fracasadas. Anagrama, Barcelona, 2010
Inneratity, Daniel. La democracia del conocimiento. Por una sociedad inteligente. Paidós, Barcelona, 2011, pg 223
– Arieti, Silvano. La creatividad. La síntesis mágica. Fondo de Cultura Económica, México, 1993, pg 283
– McClelland, David. Estudio de la motivación humana. Narcea, Madrid, 1989, pg 450
– Fonseca Reis, Ana Carla, y Kageyama, Peter (orgs). Creative cities perspectives. Garimpo de Soluçoes&Creative City Productions, 2009