Museos: Una gran experiencia educativa

¿Qué se hace en un museo científico? Observar, tocar, experimentar, manipular, jugar, aprender, divertirse, sentir, reír, pensar, investigar,  expresar, percibir, interpretar, razonar, emocionarse, deducir, imaginar, avanzar, disfrutar…

Desde hace unos años están proliferando los museos dedicados a la ciencia. Sus posibilidades educativas son innumerables y constituyen un recurso pedagógico de gran eficacia. También son un buen plan para hacer en familia.

En un buen museo de ciencia, se tienen más preguntas al salir que al entrar, porque son un elemento de curiosidad, de cambio: su misión es generar deseos de saber más. Son una buena forma de motivar a los chavales hacia la ciencia, haciéndoles vivir experiencias positivas en relación con ella y despertando su curiosidad

Eso sí, a nivel escolar, la visita al museo no debe entenderse como una simple salida lúdica, o como algo pasivo en donde “ya les enseñarán los del museo”. Lo ideal, para sacar el máximo rendimiento didáctico de los museos científicos, es que exista un trabajo compartido entre las aulas y los propios museos. Que la visita se integre significativamente dentro del plan de estudios. Los profesores deben trabajar antes de la visita, durante y después. Un museo de la ciencia es una gran herramienta de comunicación. Hay que aprovechar el debate que genera, alimentar la conversación entre alumnos y profesores, entre los propios alumnos o entre la familia.

En nuestro país contamos con una gran cantidad de museos de la ciencia:

 

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